Las sondas de temperatura (también conocidas como sondas térmicas) constituyen dispositivos que transmiten, mediante sistemas eléctricos o mecánicos, la temperatura de un foco emisor entre dos lugares (emisor y receptor). En este sentido, se caracterizan por unas funciones distintas a las de un termostato, ya que solo operan como transmisores y no dependen de una determinada temperatura de consigna.
Estos elementos resultan de gran utilidad tanto en los ámbitos industriales como en otros más cotidianos. Hay que destacar, por otro lado, la existencia de dos tipos de sondas de temperatura: las mecánicas y eléctricas. Las primeras están relacionadas con las dilataciones en caliente de un gas contenido en un bulbo. Por su parte, las eléctricas se dividen en las de termopar y termorresistencia. Las sondas termopares transmiten la generación de un voltaje asociado a la diferencia de temperatura entre dos metales unidos. Las de termorresistencia se asocian a los cambios de temperatura proporcionales a la variación de las resistencias eléctricas.
Principales propiedades y usos de las sondas de temperatura
Asimismo, hay que tener en cuenta que existe una gran diversidad de tipologías de estos sensores, las cuales están en consonancia con sus funciones, formas, materiales y rangos de medición. De hecho, entre los diferentes modelos de sondas térmicas, destacan los siguientes: de superficie, autoadherente, de penetración, laminada flexible, de cable flexible, atornillable, de inversión...
A grandes rasgos, se trata de obtener una medición fiable de la temperatura. Por lo tanto, hay que valorar la utilidad de estos sensores en los sistemas de calefacción y climatización de los edificios. Por ejemplo, en la regulación de las calderas de calefacción y el calentamiento de agua sanitaria por energía solar.
Por último, sobresale un uso doméstico de estos elementos, asociado a la cocina. Las sondas pueden generar avisos o apagar los hornos cuando se llegue a la temperatura oportuna.
Sin comentarios